¡Hola, nuevamente! Quizás este sea mi último post antes de pasar de "novia" a "esposa", así que va a ser muy personal.
Ya solo estoy a doce días del civil y a 16 del religioso. Hace casi un año nos comprometimos y, desde ese día, una de mis grandes prioridades ha sido la organización de este Gran Día. Todo bien hasta allí, pero hace unos días caí en cuenta de algo: ¿dónde quedo yo, Leslie Hugo, en todo esto? Y no me refiero a la Leslie-novia ni a la Leslie-hija y menos a la Leslie-trabajadora.
Con el correteo de las preparaciones más el trabajo, una se olvida de tomar consciencia de este paso importante que vamos a dar. La vida va a cambiar por completo. Ahora seremos dos. Mis decisiones afectarán a mi esposo y viceversa. Mis alegrías afectarán a mi esposo y viceversa. Mis sueños, mis tristezas, mis cambios de humor... todo eso afectará, en buena o mala medida, a mi esposo y viceversa. Aquí ya no hay mamá ni papá ni abuelita ni amiga de por medio.
Durante el periodo de enamorados y novios uno ya va aplicando eso, pero ahora va en serio.
Quizás todo esto que diga suene obvio o exagerado, pero creo que asimilar ese gran paso, ese gran cambio de mentalidad es importante. No para estresarse (más), sino para disfrutar al máximo esos últimos días contigo misma.
Ten una cita contigo misma. Llévate a pasear, a comer a tu restaurante favorito. Olvídate de la organización y del trabajo un ratito y ponte a hacer lo que más disfrutas en esta vida, eso que es solo tuyo y de nadie más. Enójate, reniega, llora. Deja salir todo eso que tienes dentro y haz las paces contigo misma para que comiences tu nueva vida de la mejor manera. Si alguien te dice "¿por qué estás perdiendo el tiempo?", no hagas caso porque no estás perdiendo el tiempo, solo estás teniendo tiempo para ti.
Es difícil, pero seguramente valdrá la pena.
Espero esta pequeña reflexión les saque una sonrisa. de verdad, gracias por leerme.
¡Nos vemos!